Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería.

¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra en seguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?

Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’ “.

🕊️ Mi reflexión:

 “Señor, auméntanos la fe”. Cuántas veces también yo le pido lo mismo, especialmente cuando me siento débil, cuando no entiendo lo que pasa o cuando las dificultades parecen más grandes que mis fuerzas. Y Jesús me responde con sencillez y firmeza: no necesito una fe enorme, basta con una fe pequeña, del tamaño de una semilla de mostaza, pero auténtica, viva, confiada en Él. No se trata de tener una fe perfecta, sino de confiar, aunque sea con miedo, y poner mi fe en acción.

Jesús me recuerda que esa fe pequeña tiene un poder inmenso, porque no depende de mí, sino de Dios. Si creo, si confío, Él puede hacer cosas grandes incluso a través de mi pequeñez. Me hace pensar que muchas veces espero tener más certezas para actuar, cuando en realidad lo que necesito es dar un paso, aunque sea pequeño, movido por la confianza en su palabra.

Luego, Jesús me habla del servicio y de la humildad. Me cuesta escuchar esa frase: “Somos siervos inútiles; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Pero al meditarla, entiendo que no se trata de despreciarme, sino de recordar que todo lo que hago de bueno es gracia de Dios. No sirvo para que me aplaudan o me reconozcan, sino porque servir es mi respuesta natural al amor que he recibido. El servicio no me hace mejor que los demás; simplemente me sitúa en el lugar donde Jesús mismo se puso: el del servidor.

Hoy quiero vivir con esa actitud: servir sin esperar recompensas, confiar aunque mi fe parezca pequeña, seguir caminando con la certeza de que Dios actúa incluso en lo más sencillo. Le pido al Señor que aumente mi fe, no para sentirme más seguro, sino para aprender a abandonarme más en sus manos. Y al final del día, poder decir con paz: he hecho lo que tenía que hacer, y todo ha sido por amor.


Descubre más desde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio

Descubre más desde

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo