«Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero ustedes no son del mundo, sino que yo los he elegido y sacado del mundo, por eso el mundo los odia. Recuerden lo que les dije: “El siervo no es más que su señor”. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán; si han cumplido mi palabra, también cumplirán la de ustedes. Pero todo esto se lo harán a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.»

🌿 Reflexión: Elegido para amar… incluso si me desprecian
Hoy, Señor, escucho tu voz clara y sin adornos:
“Si a mí me persiguieron, también a ti lo harán.”
Y no hablas de enemigos lejanos. No hablas de ateos ni de herejes.
Hablas del mundo… ese mundo que muchas veces también se mete dentro de la Iglesia.
Y duele.
Duele cuando el rechazo no viene de fuera, sino de hermanos de misa, de personas que proclaman tu nombre pero se incomodan cuando uno te adora con pasión, con fuego, con verdad.
Duele cuando nos llaman exagerados, fanáticos o teatrales solo porque te amamos sin reservas.
He sentido miradas llenas de juicio por levantar las manos, por llorar en adoración, por hablar de ti con entusiasmo y sin vergüenza.
He sentido la envidia disfrazada de corrección, el sarcasmo disfrazado de doctrina, la indiferencia disfrazada de prudencia.
Y me he preguntado muchas veces si vale la pena exponerse tanto…
Pero entonces vuelvo a tu palabra:
“Yo los elegí.”
Tú me has sacado del mundo. No para que sea mejor que nadie, sino para que arda por ti.
Hoy me repito: yo no soy del mundo. Y por eso, algunos me odiarán.
Incluso dentro de la Iglesia. Incluso entre aquellos que rezan a tu lado.
Y no porque yo sea santo, sino porque amarte radicalmente incomoda al que vive una fe tibia.
No quiero quedarme en la herida, Señor.
Quiero abrazarla y seguir.
Seguir amando.
Seguir adorándote de rodillas aunque se burlen.
Seguir creyendo que tú no llamaste a los fuertes, sino a los decididos.
Y yo te digo hoy: Aquí estoy, Jesús. Llévame contigo, aunque eso implique ser rechazado.
🙏 Oración
Señor Jesús,
Tú fuiste odiado por amar, y aún así seguiste amando.
Fuiste despreciado por dar luz, y nunca dejaste de brillar.
Hoy, cuando yo también sea rechazado por amarte,
cuando el fuego de mi fe despierte celos o burlas,
recuérdame que estoy en buena compañía: la tuya.
Hazme fiel. Hazme libre del miedo.
Y si me persiguen…
que me encuentren orando, cantando, perdonando y sirviendo.
Porque no quiero parecerme al mundo.
Quiero parecerme a Ti.
Amén.
💬 Me pregunto
¿Estoy dispuesto a seguir a Jesús incluso si eso me cuesta el rechazo?
¿He sido alguna vez quien persigue o juzga a otros por su forma de vivir la fe?
¿Qué significa para mí “no ser del mundo” en mi día a día?
¿Estoy alimentando un fuego vivo de fe o una religiosidad cómoda y sin vida?
¿Puedo perdonar a quienes me hieren incluso dentro de la Iglesia?
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“amarte radicalmente incomoda al que vive una fe tibia…”
Es cierto, no ser o al menos intentar no ser un cristiano tibio escandaliza, no se comprende, te han comido el coco, eres un carca, un exagerado y lo gordo de todo esto es que te lo digan hermanos que comparten la fe contigo.
El mensaje del Evangelio es radical, radical por el Amor que supone y radical por lo que implica su seguimiento comprometido… radical como que Dios de la vida por nosotros en nada más y nada menos que una cruz.
Esto debería hacernos pensar, porque el Señor dijo que a los tibios los vomitará de su boca, por no ser ni fríos ni calientes. Es muy fuerte esta idea.
Hay que plantearse nuestro seguimiento a Cristo muy en serio porque Él no se anduvo con bromas para salvarnos.