«Jesús les dijo: “Así estaba escrito: el Mesías tenía que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día. Y en su nombre se predicará a todas las naciones la conversión y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.
Y yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre. Vosotros quedaos en la ciudad hasta que seáis revestidos de la fuerza de lo alto.”
Después los llevó hasta las cercanías de Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
Ellos se postraron ante él y volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.»
🧡 Reflexión:
A veces siento que Dios se aleja. Que asciende como Jesús en este Evangelio… y yo me quedo abajo, sin entender, sin saber muy bien qué hacer con lo que me ha encomendado.
Pero esta palabra me sacude: no es un adiós…
Es una misión.
Jesús confía en mí. Me llama testigo. Me llama a anunciar el perdón, la conversión, la vida nueva.
Y me promete que no estaré solo, que la fuerza de lo alto vendrá sobre mí.
Y eso me conmueve. Porque yo sé mis debilidades, mis miedos, mi historia…
Y aun así, Él me llama.
Hoy me cuestiono todo:
¿A qué espero para vivir de verdad como testigo?
¿Por qué me sigo excusando, escondiendo, posponiendo mi entrega?
Dios no me pide perfección. Me pide el corazón.
Me pide que me levante, que no me quede mirando el cielo esperando señales,
sino que camine. Que vuelva a la ciudad.
Que empiece allí donde estoy.
🤔 Reflexiona:
¿Qué significa ser testigo de Jesús en mi vida concreta? ¿Siento que el Señor me ha dejado o que me está preparando para una misión? ¿Estoy esperando señales o ya tengo lo suficiente para comenzar? ¿A quién necesito llevar hoy una palabra de vida, de perdón, de esperanza?
🙏 Oración:
Señor, a veces no entiendo tus planes, pero quiero vivir como testigo de tu resurrección.
Revísteme con tu Espíritu, y envíame donde tú quieras.
Que no me quede quieto. Que no me quede callado.
Amén.
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