Evangelio según San Juan 14, 15-16. 23b-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros.

El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.

El que no me ama no guarda mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he dicho esto ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.”

✨ Reflexión personal

“Él hace morada en mí, aunque soy frágil”

Anoche estuve en la vigilia de Pentecostés. Y mientras los hermanos oraban y me imponían las manos, no pude evitar pensar en lo mucho que he caído, en lo mucho que me ha dolido levantarme, y en lo inmenso que es este Dios que, aun así, me sigue buscando… y me sigue amando.

Este Evangelio no habla de perfección. Habla de amor real, ese que se demuestra en el esfuerzo diario por guardar su Palabra, aunque el barro de la vida a veces me arrastre.

Jesús me dice: “Si me amas, guarda mis mandamientos”. Y yo quiero. De verdad que quiero. Pero hay días en que no puedo. Y sin embargo, Él no me deja. Me promete un Defensor, un Espíritu que permanece, que habita… incluso cuando yo a veces huyo.

¿Sabes qué me conmovió anoche? Que al imponerme las manos, sentí que Él sí quiere hacer morada en mí. No cuando sea perfecto. No cuando tenga todo resuelto. Ahora. En este José Manuel que se equivoca, que ama, que tropieza, pero que no se rinde.

Hoy entiendo que el Espíritu Santo no viene a los santos acabados, sino a los que están en camino. Que la esperanza no se gana, se recibe. Y que el amor de Dios no es recompensa, es regalo constante.

Si tú que estás leyendo esto también te sientes lejos, roto, cansado… no te apartes. Él quiere hacer morada en ti también. Y lo hará. No porque tú seas digno, sino porque Él es Amor.

José Manuel