📖 Lectura del santo Evangelio según San Juan (13,1-15)
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando; ya el diablo había metido en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la intención de entregarlo. Y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe.
Luego echa agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba ceñida.
Llegó a Simón Pedro y este le dijo:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dijo:
«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dijo:
«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dijo:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».
🔹 Palabra del Señor
✝️ Gloria a ti, Señor Jesús

Jesús se arrodilló
🔥 Reflexión: “El amor que se inclina” 🔥
Este Jueves Santo, el Evangelio nos presenta uno de los gestos más desconcertantes del amor de Jesús: lavar los pies a sus discípulos.
El Maestro, el Hijo de Dios, se pone de rodillas ante los suyos. No lo hace por obligación ni por mostrar una imagen: lo hace para enseñarnos que el amor verdadero no teme inclinarse, no teme ensuciarse, no teme servir.
Pedro no entendía; nosotros muchas veces tampoco. Nos cuesta comprender que la grandeza cristiana no está en el poder, sino en el servicio. Jesús rompe toda lógica humana: siendo Dios, se hace esclavo por amor.
Este pasaje nos interpela profundamente: ¿estamos dispuestos a amar de forma concreta y humilde? ¿A perdonar? ¿A dejar de lado nuestro orgullo?
Examen de conciencia:
🛑 ¿Sirvo a los demás con alegría o espero que me sirvan?
🛑 ¿Me cuesta realizar gestos de amor sencillos por soberbia o indiferencia?
🛑 ¿Reconozco que el amor verdadero es más acción que emoción?
Oración:
Señor Jesús, tú que lavaste los pies a tus discípulos, enséñame a amar sin medida. Que mi corazón no se endurezca ante las necesidades del prójimo. Ayúdame a vencer mi egoísmo y a entender que servir no me rebaja, sino que me acerca a ti. Hazme pequeño para poder amar grande. Amén.
Desafío:
✅ Hoy, haz un acto concreto de servicio silencioso: ayuda a alguien sin que lo sepa, recoge algo que no te toca, limpia en silencio, da sin que te pidan. Que ese gesto sea tu oración viva.
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