En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy;no os la doy como la da el mundo.
no os la doy como la da el mundo.
No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado.”
Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre,
porque el Padre es más que yo.
Os lo he dicho ahora, antes de que suceda,
para que cuando suceda, sigáis creyendo.
Ya no hablaré mucho con vosotros,
porque se acerca el príncipe de este mundo.
No es que él tenga poder sobre mí,
pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre,
y que actúo tal como el Padre me ha ordenado».
🔹 Palabra del Señor
✝️ Gloria a ti, Señor Jesús

✨ Reflexión: “Nos dejó la paz… y hoy le devolvemos guerra”
Jesús, antes de marcharse, no nos dejó oro ni poder. Nos dejó paz.
Una paz distinta a la del mundo. No una tregua, no una ausencia de conflicto superficial, sino una paz que nace del amor, del perdón, de la justicia, de la verdad.
Y sin embargo… ¿qué hicimos con esa paz?
Hoy, esa pregunta resuena con lágrimas.
Porque Jesús se fue para dejarnos su Espíritu y su paz…
y lo que hemos construido son fronteras, trincheras, odios, armas.
Nos dio la paz como herencia…
y le devolvemos un mundo lleno de guerras.
Palestina, Ucrania, África, barrios enfrentados, familias rotas…
Paz ausente.
Y no solo lejos: también en nuestras casas, en nuestros corazones, en las redes, en los gestos cotidianos.
Jesús dijo: “No se turbe vuestro corazón ni se acobarde”.
Pero, ¿cómo no turbarnos cuando cada día hay nuevas víctimas inocentes?
¿Cómo no acobardarnos cuando sentimos que el mal parece ganar terreno?
El Señor también lo vivió.
Dijo: “viene el príncipe de este mundo”. Sabía del odio, del egoísmo, de las fuerzas oscuras.
Pero no huyó. No dejó de amar. No dejó de obedecer al Padre.
Nos mostró que la única victoria verdadera es el amor fiel, aunque duela.
Hoy, más que nunca, necesitamos volver al Evangelio.
No para tener razón.
Sino para volver a tener alma.
Necesitamos levantar la bandera de la paz en nombre de Cristo.
Una paz que no se impone con gritos, sino que nace de la cruz, del perdón, del corazón abierto.
Una paz que no es pasividad, sino resistencia activa contra el odio.
Jesús se fue, sí.
Pero su deseo permanece:
Que vivamos como hermanos. Que vivamos amando. Que vivamos en paz.
Que esta reflexión no se quede en un suspiro triste…
sino que se convierta en una decisión firme:
“Señor, yo sí quiero vivir tu paz, sembrar tu paz, ser tu paz.”
🧠 Preguntas para el alma:
¿Qué tipo de paz estoy viviendo yo? ¿Es la del mundo… o la de Jesús? ¿Contribuyo a la paz con mis palabras, actitudes y decisiones? ¿Estoy dispuesto a renunciar al odio, al orgullo, a la venganza… para construir el Reino de Dios?
🙏 Oración:
Señor Jesús,
Tú nos dejaste tu paz…
y a veces parece que el mundo la ha olvidado.
Perdónanos por no custodiar ese don.
Perdónanos por levantar muros en lugar de puentes.
Danos un corazón pacificado… para pacificar el mundo.
Haznos instrumentos de tu reconciliación.
Que seamos capaces de amar incluso en medio del dolor.
Que no se turbe nuestro corazón, aunque el mundo esté de guerra.
Que seamos testigos valientes de la paz que viene de Ti.
Amén.
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