Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21-29

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: ‘¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?’ Entonces yo les diré en su cara: ‘Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal’.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente”.

Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

🕊️ Mi Reflexión 

Jesús no se queda en las apariencias, ni en las palabras bonitas, ni en los actos que puedan impresionar por fuera. Hoy nos da una advertencia clara y amorosa: no basta con decir “Señor, Señor”, si nuestro corazón no está enraizado en la voluntad del Padre.

Esto no es un reproche, es una llamada a la coherencia entre lo que decimos, lo que creemos y lo que vivimos. Es fácil caer en el autoengaño de pensar que por hacer “cosas buenas” estamos automáticamente bien con Dios, cuando en realidad, lo que Él quiere es una relación viva, sincera y obediente, no un currículum espiritual.

Construir la vida sobre roca es eso: vivir el Evangelio con verdad, en lo escondido, cuando nadie aplaude, cuando cuesta. Es perdonar cuando duele, es callar cuando todo grita, es amar cuando todo en ti se resiste. La roca es Cristo, y sus palabras son el plano de la casa que no se derrumba.

La tormenta llega para todos: creyentes y no creyentes. La diferencia no está en evitar la tormenta, sino en tener cimientos firmes para resistirla. Hoy Jesús nos invita a revisar dónde y cómo estamos construyendo.

Si te apetece, me gustaría que respondas a estas 2 preguntas:

¿Sobre qué estás edificando tú tu vida?

¿Tus decisiones están cimentadas en su Palabra o en tus emociones, heridas o expectativas humanas?

Hoy es un buen día para volver a la Roca. Para dejar que Él sea el fundamento de todo. Porque una casa sobre roca no es perfecta, pero sí firme. Y eso, en medio de la vida, lo es todo.

José Manuel


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