En aquel tiempo, Jesús subió a una barca junto con sus discípulos. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan fuerte, que las olas cubrían la barca; pero él estaba dormido. Los discípulos lo despertaron, diciéndole: “Señor, ¡sálvanos, que perecemos!”
Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Entonces se levantó, dio una orden terminante a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Y aquellos hombres, maravillados, decían: “¿Quién es éste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?”.

🕊️ Mi reflexión:
Hoy me subí a la barca con Jesús.
No entendía bien a dónde íbamos, pero me bastaba saber que Él estaba conmigo. El día empezó tranquilo, como tantos otros, pero de pronto… el cielo se oscureció, el viento aulló, y las olas empezaron a golpear con fuerza. La barca crujía, el agua entraba por todos lados y el miedo me caló hasta los huesos. Sentí que íbamos a morir.
Y entonces lo vi… Jesús dormía.
No lo entendí. ¿Cómo podía estar tan en paz cuando yo estaba lleno de angustia? ¿Cómo podía descansar mientras mi vida se deshacía entre gritos y salitre?
Lo desperté desesperado: “¡Señor, sálvame, que perecemos!”. Era más que una súplica… era una queja: ¿Dónde estás cuando más te necesito?
Él me miró con una calma que me desarmó:
—“¿Por qué tienes miedo, hombre de poca fe?”
Y antes de que pudiera responder, ordenó al viento y al mar que se calmaran… y le obedecieron. Todo quedó en silencio, y yo también.
Ahí entendí.
No se trata de que Jesús impida las tormentas.
Se trata de que Él está conmigo en medio de ellas.
Y que mientras yo grito desesperado, Él duerme con la confianza del que sabe que la victoria ya está asegurada.
Hoy el Evangelio me enseña que mi fe no se prueba cuando todo va bien, sino cuando parece que Dios duerme mientras yo lucho por sobrevivir. Pero también me recuerda que Él nunca me abandona, y que cuando clamo con fe, Él se levanta y manda callar al mar de mi corazón.
Hoy quiero confiar más y temer menos.
Hoy quiero recordar que mi barca no se hunde si Jesús va en ella, aunque tan solo parezca que duerme…
José Manuel
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