Primera lectura

Lectura del libro de los Proverbios (8, 22-31)

Esto dice la sabiduría de Dios:

“El Señor me poseía desde el principio,

antes que sus obras más antiguas.

Quedé establecida desde la eternidad, desde el principio,

antes de que la tierra existiera.

Antes de que existieran los abismos

y antes de que brotaran los manantiales de las aguas,

fui concebida.

Antes de que las montañas

y las colinas quedaran asentadas, nací yo.

Cuando aún no había hecho el Señor la tierra ni los campos

ni el primer polvo del universo,

cuando él afianzaba los cielos,

ahí estaba yo.

Cuando ceñía con el horizonte la faz del abismo,

cuando colgaba las nubes en lo alto,

cuando hacía brotar las fuentes del océano,

cuando fijó al mar sus límites

y mandó a las aguas que no los traspasaran,

cuando establecía los cimientos de la tierra,

yo estaba junto a él como arquitecto de sus obras,

yo era su encanto cotidiano;

todo el tiempo me recreaba en su presencia,

jugando con el orbe de la tierra

y mis delicias eran estar con los hijos de los hombres.”

📖 Evangelio

Lectura del santo Evangelio según San Juan (16, 12-15)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder.

Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando.

Todo lo que tiene el Padre es mío.

Por eso he dicho que tomará de lo mío

y se lo comunicará a ustedes.”

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

🕊️Mi Reflexión

Hoy celebramos el misterio más grande de nuestra fe: el Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas, un solo Dios. Una comunión de amor que lo crea todo, que lo redime todo y que lo renueva todo.

Cuando escucho esa primera lectura, me imagino a la Sabiduría como una niña jugando en la presencia del Padre, riendo, danzando, deleitándose en nosotros, los hijos de los hombres. Y eso me sobrecoge: no somos un accidente, somos su alegría.

Y entonces pienso en mi propia vida:

Perdí a mis padres. Los dos. Viví sus muertes. Y eso me marcó profundamente.

Pero no me destruyó. Porque hay algo más fuerte que el dolor: el amor que Dios ha puesto en mí.

Y esa misma Sabiduría que estaba en el principio de la creación… hoy sigue acompañándome.

A veces no entiendo todo lo que me pasa. Me siento frágil.

Pero el Espíritu de la Verdad viene, como dice Jesús, a guiarme, a revelarme, a sostenerme.

Y he aprendido esto:

La esperanza no defrauda. Aunque haya sufrimiento, aunque haya noches oscuras. Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones. ¡No estamos solos!

Y hoy, desde mi corazón, te digo a ti que lees esto:

Tal vez vienes de una historia rota.

Tal vez has sufrido tanto que ya no sabes si puedes confiar.

Tal vez piensas que no tienes un lugar en el mundo…

Pero la Trinidad no es un misterio lejano.

Es una familia de amor que te está esperando.

Un Padre que te sueña.

Un Hijo que te salva.

Un Espíritu que te transforma.

Y si un día no puedes rezar con palabras, haz solo la señal de la cruz. Porque ahí está todo: el amor, el sacrificio, la entrega, la promesa de que todo puede ser nuevo.

Hoy te invito a vivir en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,

a comenzar tu día haciendo la señal de la cruz,

y a dejar que el amor trinitario transforme tus heridas en semillas de esperanza.

Todo puede ser nuevo. Todo puede ser transformado.

Solo hay que dejarse amar.

José Manuel • 15/6/25


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